Es una inflamación crónica del borde de los párpados, una condición bastante común que puede causar molestias persistentes en los ojos. Esta inflamación puede estar relacionada con la acumulación de grasa proveniente de las glándulas sebáceas del párpado, la proliferación de bacterias o ácaros, así como la resequedad en la piel.
Aunque en algunos casos sus síntomas pueden ser sutiles, la blefaritis suele generar irritación, picazón, enrojecimiento y una sensación de ardor ocular. Si no se trata adecuadamente, puede derivar en complicaciones como el engrosamiento de los párpados, alteraciones en la dirección del crecimiento de las pestañas (lo que puede provocar roce con la superficie ocular) e incluso daño corneal con el tiempo.
En los casos donde las glándulas de Meibomio no pueden expulsar sus secreciones, se pueden desarrollar infecciones como orzuelos o chalazion, que requieren atención especializada.
Aplicar compresas calientes sobre los párpados cerrados ayuda a suavizar las escamas y eliminar los desechos acumulados en la base de las pestañas. También contribuye a la liberación de grasa retenida en las glándulas sebáceas, evitando su obstrucción. Para ello, se recomienda:
Algunas investigaciones han demostrado que un desequilibrio en los ácidos grasos omega puede contribuir a una producción anormal de las secreciones de las glándulas sebáceas, lo que influye en la aparición de la blefaritis. Una alimentación balanceada y el consumo de suplementos específicos pueden ayudar a mejorar esta condición. Se recomienda consultar con un especialista sobre la dieta más adecuada.
Dado que la blefaritis es una afección crónica y recurrente, es fundamental mantener una higiene adecuada de la piel, los párpados y las pestañas. La limpieza regular ayuda a reducir la posibilidad de recaídas y mantener el bienestar ocular a largo plazo.
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